Artículo "Lo que es y no es un órgano"
por Gabriel Blancafort (organero)



Las líneas que siguen no pretenden ser una defensa del órgano de viento respecto del "órgano electrónico", pues el primero no necesita ser definido, sino escuchado. Escuchado se expresa y se explica por sí mismo. Si es bueno, incluso se justifica por sí mismo. No hay que olvidar que es un objeto de arte.

La cuestión del sonido :

Analizando científicamente el sonido de cualquier instrumento, podemos distinguir muy bien entre el llamado sonido "estacionario" y el sonido de "ataque" o sonido inicial.
El primero "estacionario" es el que adopta una forma continua y regular en un oscilograma y puede durar durante un tiempo indefinido. El sonido de "ataque" en cambio, dura una fracción mínima de tiempo desde que el elemento sonoro (cuerda, lengüeta, columna de aire) pasa de su posición de reposo hasta alcanzar su régimen normal de oscilación (pensemos en el golpe de arco del violinista sobre la cuerda, el soplo del flautista sobre el orificio de la flauta, el golpe de labios del trompetista, el martilleo del pianista o el golpe de aire al entrar éste en el tubo del órgano y chocar contra el labio superior de la boca del tubo) . Este ruido de ataque es tan importante que, a pesar de parecer un defecto, condiciona decisivamente el timbre de cada instrumento de manera que, si prescindimos de él y nos atenemos únicamente al sonido estacionario, podemos llegar a confundir timbres tan dispares como el del piano con una trompeta, a pesar de presentar un espectro armónico totalmente distinto.
Ahora bien, los "órganos electrónicos" no poseen otro sonido inicial, otro ataque que el que es propio de su elemento sonoro: el altavoz hecho de papel, cartón, fibra, o lo que sea, que será siempre común para cualquier sonido que se intente reproducir.
Por más perfecta que sea la señal del modelo elegido -o su reproducción por síntesis-, acusarán siempre la presencia del ataque propio de los altavoces y carecerán de los sonidos propios del tubo de órgano (o de otro instrumento al que intentan imitar).
Esto explica porqué los "electrófonos" (así su verdadero nombre) dan la impresión tanto más importante cuanto más subjetiva de sonar siempre igual, de monotonía tímbrica.
Incluso la "artificialidad" del órgano electrónico consiste precisamente en la excesiva pureza del sonido, sin ruidos, sin ataque, sin nervio, sin vida.

El altavoz :

En un órgano, los elementos productores del sonido son los tubos. Podemos dar un acorde de diez notas, por ejemplo, haciendo sonar medio millar de tubos a la vez en un órgano grande o cien tubos en un organo modesto. Serán otras tantas columnas de aire que realmente se pondrán en vibración.
El mismo acorde en un electrófono será reproducido por cinco, diez altavoces pero no por cien ni quinientos, por lo cual el parlante tiene que reproducir forzosamente una "resultante" de la suma de aquella cantidad de sonidos simultáneos que, mientras en el órgano son reales e independientes, aquí solamente son teóricos.

La Tercera Dimensión :

El órgano es un instrumento complejo y múltiple. Si posee varios teclados, cada uno de ellos es considerado como un órgano diferente. Los distintos teclados no se diferencian entre sí solamente por la cantidad, fuerza y tesitura de los registros sino muy singularmente por su ubicación, ya que los cuerpos del órgano correspondientes a cada teclado se colocan a distinto nivel (por pisos o bien orientados a distintas naves de la iglesia). Lo mismo ocurre con los diferentes juegos de tubos dentro de esos cuerpos, según su relevancia. En fin, la colocación de los juegos obedece a una intención que cualquier director de orquesta entendería perfectamente: no es precisamente una cuestión de fuerza, de potencia, sino de planos sonoros, de contraste, de relieve, de tridimensionalidad. Atendiendo solamente al oído, el órgano electrónico suena en geometría plana.

El Teclado :

El teclado es el punto de conjunción entre música e instrumento. La registración es otro de esos puntos, pero de orden muy distinto, ya que se puede ejecutar una pieza entera con la misma registración. Todo cuanto el organista vaya a decir y expresar, pasará por el teclado. El electrónico funciona por contactos que posee cada tecla. El contacto permanece abierto o se cierra bruscamente sin gradación alguna. No hay matices intermedios. En un órgano, en cambio (hablo exclusivamente del sistema de transmisión tradicional, puramente mecánico), la tecla debe abrir una válvula venciendo la presión que el aire comprimido ejerce sobre ella. La fuerza que el organista ejerce sobre dicha presión inicial para abrir la válvula con mayor o menor brusquedad constituye la "pulsación" del órgano, característica escencial para ejecutar el fraseo y articulación, e imprescindible para la música polifónica como es, en gran medida, la del órgano.
En efecto, el ruido de ataque con sus armónicos soncomitantes, de cuya importancia capital he hablado antes, depende en gran medida de la manera como es abierta la válvula, de la brusquedad con que penetre el aire. Todos los matices que van desde el legato hasta el staccato, consistentes en algo más que en una cuestión de tiempo, pueden ser acusados por el tubo. Los electrónicos no pueden poseer esta pulsación. Tampoco la poseen algunos órganos, los provistos de transmisión eléctrica o neumática. Faltando esta cualidad, el órgano pierde gran parte de su musicalidad, ya que el organista, músico de tecla, no posee otro recurso de dicción. El instrumento se vuelve inexpresivo, maquinal, que es el peor defecto que puede exhibir. El sonido podrá ser y saldrá tan bello como sea capaz el instrumento, pero la música se quedará entre los dedos del organista......

Cuestiones Económicas :

Si un órgano está bien construído materialmente y debidamente tratado, puede durar siglos, y ahí están muchos ejemplos de órganos que vienen sonando desde el siglo XVII.
Sus elementos escenciales no están sujetos a desgaste -a excepción de algunas partes mecánicas que van desde las teclas hasta la entrada de aire de los tubos- fáciles de componer o substituir.
Un electrófono, como cualquier electrodoméstico (radio, televisor, lavarropas), teniendo muchos elementos sujetos a agotamiento, y sobre todo siendo objeto de tan rápidos progresos como los de la electrónica, queda anticuado al poco tiempo; y siendo su valor intrínseco prácticamente nulo, no merece la pena mantenerlo: es preferible cambiarlo por otro nuevo. En estas condiciones, es evidente que su bajo precio es más aparente que real. Ni siquiera puede subsistir como objeto decorativo.

Cuestiones Nominales :

Hace muchos años no había problema: un órgano era un órgano, como una campana era una campana. La cosa se complicó con la invención del Harmonium que, bajo el nombre de "órgano expresivo" (?) según autorizadas expresiones de la época, invadió las iglesias hasta nuestros días. Hoy ya se designa como órgano a casi cualquier engendro a teclados que funcionen mecanomagnéticamente, fotoelectrónicamente, magnetofónicamente, electroestáticamente, piezoeléctricamente y quien sabe cuantos más.
Por cierto que poderosos intereses creados intentan destronar el verdadero instrumento de su incuestionable y trascendental puesto de acción bajo el aparente supuesto de una mayor practicidad, economía y "facilidad de ejecución" (!). Es así que gran cantidad de templos en todas partes se ven dotados de un día para otro de un instrumento electrónico plagado de botoncitos que no termina de adaptarse (así como tampoco muchos de quienes lo ejecutan) a las exigencias del culto y menos aún a las de un recital de órgano. Y lo peor, en más de la mitad de los casos, en esas iglesias existe un órgano de viento al que la desidia ha inutilizado por completo.

Conclusión :

Dice el Quijote que para afirmar una verdad hacen falta muchas pruebas y repruebas. Sería mucho fanatismo acumulado en las personas de los grandes organistas y músicos de la hora presente - Heiller, Richter, Messiaen, Alain, Walcha, Marchal, Langlais, Litaize, Cochereau, Torrent, Chapuis, y un largo etcétera, el no haber entrevisto nunca la excelencia del "órgano electrónico". El Organo ya dió sus pruebas; el instrumento electrónico todavía no. Las dará en otro camino, que deberá ser nuevo, diferente. Si la función crea al órgano (cosa que es verdad hasta en ortopedia), he aquí un intento de crear el órgano antes de inventar la función.





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http://www.geocities.com/organos_argentina
Autores: Rafael Ferreyra y David Merello
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Ultima actualización: 19 de junio de 2004